Los
espíritus de la beligerancia se sienten en las montañas del sur del Tolima. Un
pueblo que se forja y sale adelante a pesar de las adversidades propias de un
lugar inhóspito y los señalamientos negativos del centro del país, es un pueblo
que tiene mucho brío e inteligencia.
La
vereda Palmeras perteneciente al corregimiento de Gaitania en el municipio de
Planadas, en medio de laderas que miran el río Atá, fue el lugar escogido por
un puñado de indígenas de la comunidad Nasa que venía del Cauca en los albores
del siglo XX, con el fin de buscar nuevas tierras para asentarse y desarrollar
su Plan de Vida.
Las
coincidencia del destino o quizás de las circunstancias de abandono histórico
del Estado colombiano con las regiones, hizo que muy cerca de Palmeras, en la
vereda Marquetalia, un grupo de campesinos se organizaran para enfrentar las
inclemencias del entorno y el abandono estatal, cuestión que fue vista como un
mal presagio por el Gobierno Central y por lo tanto había que eliminar. Fue así
como ese mismo grupo de campesinos en cabeza de Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo,
fundaran una organización de resistencia armada el 27 de mayo de 1964,
conocida hoy como Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia – Ejército del
Pueblo, FARC-EP, para defender su proyecto de desarrollo alternativo.
Iniciaron
las acciones militares y subversivas con mucha intensidad a mediados de la
década de los /60. En ese momento indígenas de la región, quienes sufrían igualmente las inclemencias
del entorno y el abandono estatal (sea de paso decir que no ha cambiado mucho),
participaron del conflicto armado junto a los campesinos. Después de un tiempo se
dieron cuenta que ese no era su proyecto de vida y se apartaron. La guerrilla
no entendió esta actitud y seguía reclutando jóvenes indígenas, por su parte el
ejército colombiano aprovecho la situación para armar a los indígenas, arrancando
30 años de confrontación armada entre la guerrilla que habitaba el sector y la
comunidad Nasa de la región.
Un
buen día, a mediados de los años /90, cansados de ver tanta muerte,
víctimas, lisiados y desolación, miembros de la comunidad Nasa de Gaitania, a
pesar del temor que infunde enfrentar la violencia con tan solo la palabra,
pero con la fuerza que da el amor por la vida, decidieron ir a hablar con el
comandante de las FARC de la zona, “Jerónimo”, para plantearle un Pacto de Paz.
No fue sencillo. Luego de ir y venir en varias ocasiones, las partes convinieron
en que es viable un pacto de paz. Se nombra una Comisión para que elabore una
propuesta, la cual quedo resumida en 10 puntos, se centró en el respeto a la
vida y el territorio, refrendado por el representante de la comunidad Nasa, de
las FARC, y teniendo como testigos a la Cruz Roja Internacional y al Delegado
de la Conferencia Episcopal.
El
Pacto de Paz denominado “Fin de la Violencia en el Resguardo Indígena Páez
(Nasa) de Gaitania Planadas Tolima”, se firmó el 26 de julio de 1996. En la
conmemoración del 18° aniversario entre el 23 y 26 de julio del presente año, se
reunieron cerca 700 miembros de la comunidad Nasa de la región, acompañados de indígenas
de otras partes de Colombia y representantes de instituciones del departamento
del Tolima, de la nación y de organismos internacionales, con el fin de refrendar
su compromiso con la paz a pesar de algunos lunares que les ha causado víctimas
a la comunidad, claro nada comparable con los 30 años de guerra del pasado.
La
comunidad Nasa habla de armonizar el
conflicto, es decir no solamente estar en paz con sus semejantes sino con
el entorno natural. Son muchas las lecciones que ha dejado el Pacto para la
guerra y la paz que vive el país y que comparten con sus hermanos de otras
comunidades. Las resumo en:
- La palabra tiene mucho poder, por eso su cumplimiento garantiza una iniciativa de paz como la que han llevado a cabo en Gaitania.
- A pesar de la violencia, hay que tomar riesgos por la vida.
- La paz lleva al ser humano a tomar actitudes inesperadas en medio de la desesperanza.
- Si los seres humanos tienen voluntad y sensibilidad por la vida, el camino a recorrer en el encuentro es la palabra, es la forma más sencilla de protegerla.
- La comunidad Nasa de la región hoy vive mejor, gracias a que han podido centrar sus energías en organizarse para desarrollar su Plan de Vida.
Sin
lugar a dudas no es un Pacto de Paz perfecto, sin embargo hay que resaltar que
tiene características particulares que lo hacen único y sus claves pueden
ayudar a la terminación del último conflicto político-armado que vive Colombia.
Por ello es necesario que la sociedad colombiana en su conjunto conozca El
Pacto de Paz, lo reflexione y aprehenda sus lecciones, ya que es un faro de paz
que ayuda a orientar en medio de la larga noche de barbarie que ha vivido Colombia.