sábado, 30 de abril de 2016

Cuando los huesos claman justicia


“En mi casa, tu vida estaba oculta en una pequeña maleta blanca, a veces la abrían y de allí salían tus carta, tus fotos, los pequeños retazos de una vida truncada…”. Así inició sus palabras la nieta de Juan Pedro Aliaga Sánchez-Rey, preso político asesinado por el régimen franquista en la posguerra, en un emotivo acto el 16 de abril de 2016 cuando le fueron entregados los huesos de su abuelo. Ese asesinato sucedió hace 75 años en la cárcel de Valdenoceda, población perteneciente a La Merindad de Valdivielso en Burgos - España.

El lugar escogido por el régimen, como dijera Jokin Garmilla un periodista de radio local, hoy alcalde de Valdivielso, lo pasaron de ser un paraíso a un infierno, que durante muchos años acabó con vidas de presos al no dejarles salir de sus celdas, a tal punto que eran dianas de los carceleros si se asomaban a las ventanas.

La primera fábrica de seda artificial fundada en España, se transformó en penal, allí llevaron hombres de diferentes partes de España a purgar penas por ser de izquierda o por estar del bando perdedor o por no estar del lado de la dictadura. En su mayoría eran labriegos de los campos, jóvenes y soñadores.

Las largas condenas de 10, 20 o 30 años según decidiera el tribunal militar era una patraña más, ya que en el fondo el objetivo era matarles pronto a través de las torturas a las que eran sometidos: hambre y frío principalmente, como sucedía con los presos llevados debajo del penal para dejarles horas y días sobre un canal de agua del río Ebro que cruza a pocos metros.

Los presos perdían todos sus derechos, solamente en algunas ocasiones la clemencia de sus familiares que recorrían muchas horas, días, semanas o meses según fuera el caso, les dejaban pasar comida o algo de abrigo, también porque en medio de la barbarie de vez en cuando brotaba el amor entre los familiares de las víctimas y sus verdugos.

En la conmovedora ceremonia se entregaron 11 restos humanos a sus familiares. Se ha inventariado un total de 153 muertos en esa pequeña prisión de Valdenoceda. A la fecha se han encontrado los restos de 114 e identificados contrastando el ADN los de 62, gracias al equipo de científicos de la Fundación Aranzadi que han cruzado información documental, arqueológica, osteológica y genética. Lo anterior con el esfuerzo de la Asociación de Familias de Represaliados de Valdenoceda, porque el Gobierno Español no está interesado en apoyar este proceso de dignidad para con las víctimas del franquismo.

En el mismo acto, la catedrática de la Universidad Complutense de Madrid Mirta Núñez denunció que fueron hechos de posguerra, no de guerra como se quiere presentar por algunos sectores retardatarios. Allí se evidenció que la intencionalidad era de exterminio físico de los presos como una política de Estado.

Marcos Ana el preso que más tiempo estuvo en Valdenoceda y el último en salir, manifestó en su momento que olvidó la dimensión de las cosas de la vida, quizás es un mensaje diáfano de todas las víctimas que reclaman verdad, dignidad y reparación, para que no se sigan repitiendo actos de negación humana.

Los huesos de los prisioneros de Valdenoceda y de millones de víctimas del mundo claman justicia, siendo las conciencias de sus familias y la de los-as demócratas en su conjunto quienes harán posible que esto sea realidad.