Hasta hace unas décadas más del cincuenta por ciento
de Colombia era denominado “Territorios Nacionales”, una forma despectiva y
encubierta de decir que había una nación “civilizada” y otra “salvaje”.
Ese relato construido desde la mal llamada
“conquista”, se enquistó en los tuétanos de una clase dirigente que siglos
después siguió considerando cierta esa tesis, para así elevar sus beneficios
aprovechándose de un territorio-alacena de recursos naturales.
En 1991 un ejercicio democrático esperanzador pinceló
el inicio de esa década con la creación de una nueva Constitución. Se planteó la
descentralización como mecanismo para equilibrar las posibilidades de
desarrollo y reconocimiento de la periferia colombiana, sin embargo, en la
práctica el centralismo continuó desconociendo esas voces que reclamaban ser
escuchadas, conllevando a la profundización del conflicto armado con nefastas
consecuencias para la mayor parte de la población, eso sí con réditos para quienes
se beneficiaban de la economía de la guerra.
Luego de varios años de negociación entre la principal
guerrilla y el gobierno nacional se plantea entre otras cosas construir una
nueva narrativa, esbozada a través de la “Paz Territorial”, donde cada espacio
cuente su propio relato, para ser conocido y reconocido en la práctica equitativa
y solidaria que debe tener una nación y evitar la fuerza como mecanismo de dignificación
de la vida.
El “rey ha quedado desnudo”, el traje que por décadas
uso para encubrir sus actuaciones fraudulentas se transparentó, ya no hay un conflicto
armado al cual endosar los males. Ya todo el pueblo sabe que la principal causa
está en la histórica corrupción institucional, que como un nuevo Dorado, es la
fuente para eternizar riquezas de las mismas elites económicas y políticas del
país.
Así que es hora de relatar los conflictos vividos por
sus protagonistas, para comprender mejor la dimensión de la tragedia a partir
de la reflexión y la acción transformadora que reconozca la polifonía de voces
de la nación colombiana.
Un año después de la X y última Conferencia de las FARC-EP, publiqué la memoria Diario de campamento (ver link), en la cual
narro hechos que ocurrieron en septiembre del 2016, cuando se sello por parte
de esa insurgencia su compromiso de dejar las armas y tomar como única
herramienta para alcanzar las transformaciones sociales el camino de la
política.
Hoy 24 de noviembre se cumple un año de la firma del
Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno Nacional y la entonces guerrilla
FARC-EP, con avances e incertidumbres, eso sí con la esperanza de alcanzar
transformaciones sociales, económicas, culturales y políticas a partir del
desmonte de la corrupción y del respeto por las otras Colombia´s.
Señoras y señores centralistas, los Territorios
Nacionales ya no existen. O nos
construimos como una sola nación o nos podemos abocar hacia una especie de “balcanización”.
http://editorialabiertafaia.com/pifilojs/index.php/FAIA/article/view/115