sábado, 3 de diciembre de 2022

Des-aparecidos en Puerto Torres

 

Hijo símbolo de Dios… tú eras muy pequeñito cuando él se fue.

Me dolió tanto engañarlo por muchos años,

18 años diciéndole mentiritas que él iba a regresar

Madre a su hijo en acto del 4NOV2022

 

Han pasado dos décadas desde el momento que un grupo de investigación forense de la Fiscalía General de la Nación en el 2002, donde trabajaba la antropóloga forense Helka Quevedo, encontró 36 cadáveres en fosas clandestinas individuales que habían cavado los paramilitares en la inspección de Puerto Torres, municipio de Belén de los Andakíes – Caquetá. Todo indica que estas personas antes de ser asesinadas, fueron torturadas en el aprendizaje de la crueldad, luego eran enterradas para borrar toda evidencia de la acción criminal.

 

El cuerpo es un territorio que narra. Esa es la labor que se hace desde diferentes ciencias, interpelar e interpretar lo que aparentemente no puede hablar, pero que a través de las huellas dejadas por los victimarios cuentan acerca de su sufrimiento, y pese a todo, mantienen su identidad.  

 

El último Andaquí, escultura del maestro Emiro Garzón, recibe a las personas que visitan a Belén de los Andaquíes. La expresión que presenta la escultura, como lo menciona el profesor Gonzalo Sánchez, sale de la tierra como un fuerte clamor que quiere ser ocultado, hundido en la tierra por los brazos que se le contraponen y le jalan. Precisamente es lo que hoy claman los huesos inermes de desaparecidos y desaparecidas que están en fosas comunes de distintas partes de Colombia: que no los dejen enterrados y silenciados para siempre y poder salir de esa caverna cruel en que les abandonaron sus victimarios. Los 36 cuerpos que fueron hallados en la inspección de Puerto Torres en el 2002, siempre han narrado. Por esa razón, y pese a la dificultad de atención institucional, poco a poco van logrando su identidad, especialmente, por la persistencia de sus familiares.

 

El crimen de la desaparición forzada ha sido una práctica que creció exponencialmente con la presencia paramilitar en los territorios colombianos, quienes se ensañaron contra las comunidades de territorios abandonados por el Estado, por donde circulaba la guerrilla, siendo señalados de auxiliarlas o porque supuestamente se confabulaban con sus actividades. En el Informe Final de la Comisión de la Verdad, se señala que aproximadamente son 120.000 compatriotas que fueron víctimas de la desaparición forzada, la cual como ocurrió en Puerto Torres, se le agregó la crueldad de ser convertidos en territorios de aprendizaje para formar criminales en la llamada “Escuela de la Muerte” en el antiguo colegio Monseñor Gerardo Valencia del lugar.

 

El pasado 4 de noviembre, se llevó a cabo un acto de siembra de árboles por los últimos 6 cuerpos identificados, en el Bosque de Paz creado en el 2014 por el Centro Nacional de la Memoria Histórica, con el apoyo del Jardín Botánico de Bogotá en la reserva Van der Hammen. Allí estuvieron presentes familias de los hasta hace poco tiempo desaparecidos, hoy des aparecidos con identidad.

 

Del grupo de 36 cuerpos, todavía faltan 18 por identificar, los cuales se encuentran a la espera de ser enterrados con nombre propio y descansar en paz, para que sus familiares puedan realizar el correspondiente duelo y rehacer sus vidas en medio del dolor y la resiliencia.