sábado, 30 de septiembre de 2023

Marujita 100 %

María Engracia Artunduaga

Quebrada Seca guardará por siempre las huellas de los pasos profundos que daba Marujita cuando regresaba los días lluviosos cargando sobre su cabeza una chipa y un platon lleno de ropa aún húmeda desde el río Suaza hasta Altamira en el Huila.

Marujita mientras caminaba, observaba las chamizas que podían servirle para el fogón de leña donde cocinaba los alimentos de la tía Dolorita y demás familia.

Las noches de Marujita eran eternas planchando la ropa con la plancha de carbón, algunas se hacían más cortas cuando Uvaldina o Eustoquia, le acompañaban hablando de sus amores y sueños.

Las fiestas de Altamira, famosas porque arrimaba un circo con la carpa rota, vendedores ambulantes, gitanas que leían el futuro en la palma de las manos, grupos musicales, gitanos domadores de caballos, terminaron para Marujita y sus amigas en esa época cuando uno de ellos enamoró a la mujer más bella del pueblo.

Marujita emprendió camino con tres hijos, Jesús María, Esneida y María Doris la única altamireña de la familia. Marujita creyó encontrar un mejor futuro en la tierra prometida del Caquetá, pasando por Gabinete para llegar a Florencia que estaba al otro lado de la gran montaña.

El slogan de Marujita ante las indelicadezas de los demás era “soy timaneja, pero no pendeja”, así dejaba en claro que nobleza no era ingenuidad.

Su profesión de lavar y planchar ropa era reconocida, por eso trabajo nunca le faltaba. Perfeccionó el planchado que hasta sus noventa y tantos lo hacía con el calor de sus manos.

Allí en Florencia se le cruzó la vida con uno de sus clientes, Puchogenio, quien conquistó su corazón y cuatro hijos trajeron al hogar, Elizabeth, José Manuel, Martha y Fernando. Las ocupaciones del hogar se incrementaron con el cuidado del nuevo hijo, Alcides. Además de toda la familia y amigos que llegaban a la casa, unos de pasos y muchos por largas temporadas, quienes venían a la tierra prometida a buscar futuro.

Así entre una y otra cosa, Marujita, se convirtió en La Negra, la matrona de la familia, por ser rígida, generosa, honesta, solidaria, alegre y trabajadora. Hay que decir y siendo justos con la historia, que Puchogenio en silencio estaba en la retaguardia y era imprescindible en todo lo que Marujita emprendía.

La pobreza nunca fue obstáculo para las grandes viandas, paseos y fiestas de días que Marujita animaba. Familia y amigos de una y otra parte llegaban en San Pedro que coincidía con su cumpleaños o para pasar la noche que antecedía al nuevo año que coincidía con el cumpleaños de Puchogenio. 

La Cuadra Estrella -llamada así desde los albores de los 80- del barrio Juan XXIII a la cual llegamos al finalizar los 60 -luego de vivir por varios años en la esquina de la carrera décima con calle dieciséis de Florencia-, fue el lugar donde Marujita ubicó el centro de la familia y amistades durante cinco décadas. Tanto así que su energía se siente tres años después de su partida.

Las memorias y enseñanzas nobles y rígidas de Marujita siempre están presentes en nuestros diálogos familiares y con muchas amistades. Sabemos que serán imborrables.

Hoy se  cumple un siglo del natalicio de Marujita y como solía ella decir que viva la fiesta, que viva la alegría…. 

Marujita, estás al 💯 % en mi memoria y corazón, espero que nos encontremos un día en algún rincón del universo para darte un gran abrazo y decirte te amo. 

Marujita, madre adorada, infinita gratitud por todo. Te extraño😘🤗

Fernando, Turín-Gernika, 29JUN2023