martes, 11 de diciembre de 2012

La Palabra en la Universidad

Entre todos cambiaremos la historia de Colombia,
palabra que sí
Carlos Pizarro León-Gómez

La palabra debe ser el mediador de todo conflicto. La capacidad de liderazgo se evidencia en el uso de la palabra, su buen uso. No acudir a ella denota falta de competencia discursiva y eso es grave en una democracia y más aún en un claustro universitario.

Quienes hemos vivido en Colombia, momentos de alegría por el triunfo de nacionales en deportes o en las ciencias, hemos sentido el orgullo de la matria-patria; pero también, cuando vivimos momento aciagos por el ruido de las balas que han segado la vida de miles de personas, hemos sentido el dolor hasta en los huesos.

Recuerdo a Carlos Pizarro León-Gómez, quien empuño las armas contra un sistema que no correspondía a la democracia que se pregona desde el centro de Colombia y se replica en la provincia, sin embargo, después de muchos años de lucha armada, de ver caer muertos a cientos de compañeros por soñar un país donde se viviera con dignidad, donde la vida no se asesinará en primavera, decidió recurrir a las vías pacíficas, porque avizoró que la lucha se podría pervertir por los caminos de la economía ilegal y porque vio una luz en la política para proyectar los ideales del M-19. El día que Pizarro envolvió su pistola en la bandera de Colombia, honró su compromiso con la paz y la democracia, ese día nació una esperanza democrática que todavía sigue viva.

El lema de la campaña presidencial que emprendió entonces Pizarro, se llamó “Palabra que sí”, con ello ennoblecía su compromiso de paz, pero a su vez era un llamado a que la lucha de allí en adelante sería a través de la persuasión, teniendo claro que el sistema colombiano necesitaba una revolución en todos los campos de la vida.

Todo esto lo traigo a colación porque la Universidad de la Amazonía, esta perdiendo su lucha académica y la pierde por ausencia de la palabra que se debe empeñar en el compromiso con la autonomía universitaria, la calidad académica y la proyección regional.

Los ideales no se pueden perder porque se enquisten posiciones personales o grupales, basados en intereses mezquinos, que no permiten adelantar procesos que fortalezcan a la universidad en su calidad académica que la articulen con la región, el país y el mundo. Los cambios que a diario se dan en diferentes puntos de la aldea global nos afectan a todos, es por ello que la universidad en este caso la de la Amazonía debe encaminar acciones y procesos que ayuden a pensar esos retos, amenazas y oportunidades que se tienen al frente. De lo contrario se esta siendo cómplice de que la vida se acabe en primavera, porque no se niega solamente con las balas, también con la indiferencia y la sordera.

Permítanme contarles una breve historia, el 3 de diciembre pasado, me reuní con la comunidad indígena Embera-Chamí de Las Malvinas, manifestaban su preocupación por el surgimiento de nuevos conflictos después de desarrollar un proyecto que incorporaba temas de tierra, etnoeducación y artesanías. Les manifesté mi alegría, porque encontraba una comunidad viva, en transformación por el surgimiento de liderazgos de jóvenes, especialmente de mujeres. Ahora bien uno de los aspectos fundamentales del conflicto, les decía, es la forma de abordarlo, por los caminos de la agresión y negación del otro o por las vías pacíficas y creativas. Por ello, cuando se acaben todos los argumentos, se llegue al borde del abismo, se este desfalleciendo y se bloquee toda posibilidad de salida, justo en ese instante, hay que volver a la palabra para reconocernos como humanos civilizados y seguir dialogando para encontrar las salidas en la polifonía de voces y pensamientos.

Los espacios sociales y más la universidad es una pipeta de laboratorio en ebullición, porque existe la libertad de cátedra y autonomía universitaria para debatir mediante la palabra los argumentos que abran espacios democráticos con proyección social. La comunidad universitaria de la Universidad de la Amazonía, tiene un compromiso regional con toda su ciudadanía y su entorno natural, las posiciones radicales de fuerza no ayudan en nada a trascender positivamente los problemas que se asomen a su ventana. Por lo tanto, su compromiso y su obligación con el desarrollo humano sostenible y digno, debe ser la guía que prevalezca, así como lo hizo Pizarro con la democracia y la paz  refrendado por su lema “Palabra que sí”.

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