Dos
Colombia, un solo territorio.
Sí para algo ha servido el
conflicto político-armado, ha sido para que los colombianos y colombianas nos conozcamos
y aprendamos algo más de nuestra historia.
La Colombia centralista y periférica. La primera es de
escritorio, “pensante”, “científica”, financiada, protegida, uniformada, refinada,
mediática y elogiada. Y la segunda, vapuleada y puesta al servicio de la
primera.
La Colombia urbana y la rural. La primera que no siente la dimensión de
la problemática nacional, porque sólo la conoce en los “paseos de olla” o cuando
la visita un familiar pobre que viene del campo o cuando le llegan, por las
noticias, hechos dramáticos del conflicto o porque muestran las duras huellas
de la pobreza. Y la segunda, marcada por la estigma de ser marginal, de ser
iletrada y por vivir en tierras que poseen riquezas que benefician los
intereses económicos de las clases poderosas del país.
La Colombia rica y la pobre. La primera explotadora, avara y sin escrúpulos.
Y la segunda, devorada poco a poco, día a día, para no ser consumida en una
sola comida, sino en sucesivas jornadas.
La Colombia educada y la mal-educada. La primera, estudiada con
todas las condiciones financieras y académicas, eso sí, buena parte con escasa
ética, para tomar las riendas del país. Y la segunda, con mínimas condiciones,
saltando matorros para terminar la primaria o el bachillerato y unos pocos la
profesionalización.
La Colombia egoísta y la solidaria. La primera que se
consolida en los clubes privados con el fin de buscar los mecanismos de obtener
mayores ganancias para sus inversiones a costa del dolor ajeno. Y la segunda,
solidaria con los de su estirpe y con la gente que le explota, porque su condición
humana le hace ser generosa hasta el punto de ofrecer su vida para defender a
los que los humillan y los rebajan.
Y así podríamos seguir el
listado, en el que encontramos una Colombia del Sí y una del No frente al
plebiscito sobre los Acuerdos de Paz firmados entre el Gobierno Nacional y las
insurgencias de las FARC-EP.
Seguramente si estuviéramos
mejor informados e informadas, comprenderíamos con mayor claridad lo que está
pasando y no dependeríamos de muchos de los debates oportunistas que hoy se están
dando bien sea por el Sí o por el No.
Llamo la atención sobre
algunos asuntos:
-El día D (Después de las
elecciones, 3 de octubre), será importante para que la sociedad colombiana nos
reencontremos en la serenidad y respeto, para ello invito a que no vayamos a enrostrarle
el resultado a quienes han estado con una u otra opción.
-La mirada borgiana sobre
que ser colombiano (o colombiana) es un
acto de fe, quizás nos ayude a comprender mejor lo que significa pertenecer
a este país del realismo mágico, por lo que es pertinente que apostemos a la
esperanza y al futuro, sin olvidar el pasado desde una perspectiva educativa.
-Trabajar con más entusiasmo
en un marco ético y estético, donde partiendo del respeto por la integridad de
la vida, especialmente, la humana, hagamos las cosas bien y con transparencia.
Adam Curle, decía que sí quiere reconciliar al amo y al esclavo,
acabe la esclavitud, en esa dirección llamo la atención que si queremos
reconciliar la pequeña Colombia explotadora con la gran Colombia explotada, hay
que acabar la explotación.
El domingo 2 de octubre
habrán muchos Sí a la paz. Sí de partidos políticos, Sí de organizaciones sociales, Sí independientes, todos ellos con
diversas razones, principalmente, evitar ante todo daños humanos, de
infraestructura y para propiciar un mejor futuro a las nuevas generaciones.
Yo votaré Sí a los Acuerdos de
Paz, porque creo que este país puede llegar a ser mejor si se acaba la guerra, y sobre todo la
corrupción y los-as corruptos-as, que son la esencia del conflicto, quienes
quedarán más evidentes si no hay grupos armados al margen de la ley para endosarle
los males de la nación. Además, podremos transitar a tratar con mayores recursos
económicos la profunda violencia estructural con la que se excluye a la mayoría
de la gente del país.
Tenemos un solo territorio,
aquí todos y todas debemos caber. Cada uno-a pondrá una u otra huella en la
historia del país y claro deberemos explicar con generosidad y pulcritud a
las nuevas generaciones nuestra decisión del 2 de octubre.
Yo pondré mi huella en la
historia de Colombia con un Sí por la
paz.
Quisiera volver a las jornadas de Alkargarrapena llevando resultados ahora del post conflicto .... Gernica recuerda su sufrimiento para no repetirlo y perdona... Colombia puede hacerlo también... Por las vidas q se han salvado y se salvaran YO VOTO SI... SI A LA PAZ CON LAS FARC!
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ResponderEliminarla PAZ
Si a
ResponderEliminarla PAZ
Aunque haya ganado el No, yo me uno a ti por el SÍ. Siempre sí a todo proceso de reconciliación que se traduzca en la paz de los pueblos.
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